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martes, 22 de junio de 2010

El niño que llevamos dentro.

Poco a poco van pasando los años, te vas haciendo mayor y tus hábitos y gustos van cambiando.
Dejas de jugar a papás y mamás para serlo de verdad, dejas de jugar a ser profe y tener alumnos o jugar a los médicos para ejercerlo como profesión.
Te centras en tu trabajo, en tu pareja. Tienes que llevar una casa o una familia, tus responsabilidades crecen, maduras y tu cabeza ya no piensa en tonterías. Te centras en luchar por un futuro, por el tuyo y por el de tus hijos.
Y por mucho que pasen los años, todos seguimos soñando con ser princesas y tener príncipes azules para casarnos y ser felices.
Todos disfrutamos de vez en cuando con perder por un momento todas las ataduras, todas las responsabilidades de mayores y liberarnos como los niños, rebozándonos por el barro, saltando en los charcos, jugar al escondite o haciendo las típicas tonterías de niños de cinco años. Porque por mucho que crezcamos nunca perdemos el niño que llevamos dentro.
Y esto es lo que en algún momento de nuestra vida nos hace ser felices, perder toda la carga y el estrés que nos acompaña día a día en la rutina que nos ahoga. Escaparnos y olvidarnos por un momento de la realidad.
No dejamos de ser maduros por ir por la calle un día de lluvia, cerrar el paragüas y empaparte, saltar por los charcos, dejamos por un instante de ser adultos, y volvemos a la niñez donde éramos libres, donde no importaban las manchas, las mojaduras o las tonterías que hacíamos, donde la vergüenza no era un problema.
Gracias a eso los agobios desaparecen y nos evadimos de la realidad que nos oprime y nos envuelve en un rutina que nos agota.

2 comentarios:

  1. Es bonito lo que pones... Tienes hijos? Me imagino que no... Te lo digo porque yo tengo dos bebes y una cosa es decir las cosas y otras vivirlas... Es muy diferente... Ya lo veras...

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  2. No, no tengo hijos. Pero poco a poco te vas haciendo consciente de lo que es la realidad y vas empezando a vivir con responsabilidades que antes no tenías.

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